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Refrigerios: Consejos y tips



Hay una escena que se repite a diario en los hogares de todas partes: los niños llegan de la escuela y se dirigen directamente a la cocina, buscando algo para comer. ¿Cómo puede usted asegurarse de que su hijo coma algo pero que se reserve espacio para una cena saludable? Siga leyendo.

A pesar de que los niños necesitan refrigerios con una frecuencia cada vez menor a medida que crecen, no es sorprendente que la mayoría estén hambrientos después de clases. Muchos niños almuerzan temprano (a las 11:30 o antes) y luego tienen clases toda la tarde e, incluso, alguna actividad extraescolar antes de la próxima ocasión de comer. Es de esperar que la máquina expendedora de snacks les parezca muy atractiva al final del día.

Según la edad de su hijo y su rutina extraescolar, es posible que no pueda controlar siempre lo que come por la tarde. Pero todavía no se dé por vencido. Tome estas medidas para atraer a su hijo hacia los buenos refrigerios después de clases, que lo satisfarán y de todos modos dejarán espacio para una cena nutritiva.
Calcule los tiempos

Póngase en el lugar de su hijo y analice los horarios de comida de un día de semana normal. Los niños más pequeños pueden recibir un refrigerio a media mañana, pero la mayoría de los niños mayores en edad escolar, no. Obtenga las respuestas a estas preguntas: ¿A qué hora almuerza? ¿Qué y cuánto come en el almuerzo? ¿Saltea el almuerzo en alguna oportunidad? ¿Se sirven refrigerios en el programa extraescolar? Esto le ayudará a calcular cuánto hambre tendrán los niños al llegar a la casa.

También le conviene considerar el horario en que sirve la cena habitualmente. Es probable que un niño que llega a la casa famélico a las 3 y come un refrigerio abundante no tenga hambre si se cena a las 5:30. Del mismo modo, no sería razonable esperar que un niño cuyos padres trabajan hasta tarde espere hasta las 7:30 sin comer nada desde el almuerzo. Analice los horarios de sus hijos y planifique de manera acorde.
Cree una lista de opciones saludables

A continuación, converse sobre los refrigerios que les agradarían a los niños. Preparen juntos una lista de opciones saludables y no olvide incluir una variedad de frutas y vegetales frescos. A pesar de que una rebanada de pastel o las papas fritas no deberían ser alimentos prohibidos, los snacks tan poco nutritivos como estos no deben incluirse en el menú diario para después de clases.

Si puede, lleve a sus hijos con usted al almacén y dediquen algún tiempo a leer las tablas de información nutricional y a la comparación de productos. Preste atención a las cantidades de proteínas, fibras, calcio y otros nutrientes importantes. No pierda la oportunidad de hablar sobre el tamaño de las porciones. Juntos, elijan refrigerios con bajo contenido de azúcar, grasa y sal. Al participar del proceso, será más probable que los niños aprendan a hacer elecciones saludables sobre la alimentación.

Convierta los refrigerios saludables en la opción fácil

No espere que los niños (ni siquiera los adolescentes) corten sus propios bastones de vegetales. Es demasiada molestia, especialmente si están hambrientos. Los niños tienden a comer lo que está a mano. Y aquí es donde se requiere su participación. Haga que los refrigerios saludables sean de fácil acceso para ellos incluyéndolos en sus loncheras o mochilas o teniéndolos a la vista y listos para comer en casa.

Si usted se encuentra en la casa a la salida de la escuela, su hijo podría disfrutar de ayudarlo a preparar refrigerios creativos como “hormigas sobre un tronco” (apio untado con mantequilla de maní y “hormigas” de uvas pasas), botes de huevo (huevos duros en mitades con una “vela” de queso) o kebabs frutales. Los niños más grandes podrían disfrutar de un licuado de frutas, de minipanecillos árabes con humus o de galletas de salvado untadas con queso y rodajas de pera.

A menudo, a los niños más grandes les gusta preparar sus propios refrigerios, así que provea los ingredientes y unas breves instrucciones simples. Si falta muy poco para cenar, analice la posibilidad de permitir un “primer plato”, como una pequeña ensalada o un acompañamiento de vegetales mientras usted termina de preparar la comida para la familia.

Esas noches en las que la cena demora horas, puede optar por un refrigerio más sustancioso, como medio sándwich o una quesadilla preparada con una tortilla de trigo integral, queso magro y salsa entibiada en el microondas. Sin embargo, nada demasiado complicado. ¡Un buen refrigerio debe demorar más en comerse que en prepararse!

Si su hijo asiste a un programa extraescolar o a la casa de otra persona responsable de su cuidado, averigüe si le sirven refrigerios. En ese caso, ¿qué suelen ofrecerle? Si no le gusta la respuesta, sugiera alternativas o agregue un refrigerio adicional que su hijo pueda comer después de la escuela. Las opciones de refrigerios fáciles de llevar incluyen las mezclas de frutos secos, las nueces, los cereales integrales con bajo contenido de azúcar, los pretzels o las galletas integrales, frutas frescas o pasas y vegetales cortados.

¿Qué pasa si cuando su hijo regresa no hay nadie en casa? Una vez más, la mejor estrategia es dejar algo bien visible sobre la encimera de la cocina o en el refrigerador. Es probable que un niño hambriento, al igual que un adulto, tome el camino que ofrezca la menor resistencia.

fuente kidshealth



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